La llamada “nueva normalidad” no existe, es un término inexacto, impreciso, para describir un escenario improbable.
Volver a las actividades cotidianas, a los mercados, tianguis y a las grandes concentraciones urbanas únicamente va a desembocar en cantidades gigantescas de personas contagiadas.
La gran mayoría nunca se va a enterar del padecimiento, porque como se ha dicho, el porcentaje mayor es asintomático. Y como en México no se realizan pruebas masivas, esas miles de personas habrán de contagiar a otras.
Los “picos” brincarán por todo el país, de Tijuana a Villahermosa, de Monterrey a Acapulco.
El semáforo de López-Gatell solo es una receta mediática, un alegato para presentar ante las cámaras. Pero en las calles del país nadie le hace caso, nadie atiende sus exposiciones, ni siquiera entienden sus tablas y gráficas.
Vaya, ni los gobernadores siguen sus argumentos.
En realidad el Subsecretario de Salud es el vocero oficial del desastre.
Es evidente y lógico que millones de connacionales deben volver y proseguir en sus actividades productivas. México no tiene la economía de Corea del Sur, Italia o Francia.
Por eso el gobierno de la República debería enfocarse en facilitar los artículos y accesorios para que las mayorías puedan volver a sus actividades, lo mejor protegidos que se pueda.
Así como hace años había teléfonos públicos en las esquinas, así de la misma forma ahora se deberían colocar pequeños tinacos modificados con una llave, junto con un dispensador de jabón líquido que permita a los transeúntes lavarse las manos.
Es factible instalar lavamanos urbanos en puntos de gran concentración como las centrales de abastos, tianguis, mercados o estaciones del metro.
En torno a la central de abastos de la Ciudad de México con toda facilidad se podrían colocar ocho o diez tinacos en función de lavamanos con sus respectivos dispensadores de jabón. El gasto de cada lavamanos urbano sería mínimo, no mayor a los 2 mil pesos.
El mismo modelo se podría aplicar en sitios populosos de las principales ciudades del país.
La administración federal tiene los recursos financieros para entregar paquetes, ahora llamados “kits”, con todo lo necesario para que los ciudadanos se protejan mientras salen a sus actividades cotidianas.
La actual administración gasta cantidades millonarias en adquisiciones, así como en festivales políticos. Han eliminado los fideicomisos, con lo cual se adjudicaron cantidades estratosféricas. Además de los pagos que en días recientes hicieron Walmart y Femsa.
Es decir, existen los recursos financieros para otorgar a la población los elementos necesarios para su protección.
Además el compromiso del presidente López Obrador es crear 2 millones de nuevos empleos, algo que nunca se ha logrado.
El mandatario podría detonar el equivalente a una “economía de guerra” frente al Covid-19 al fabricar en nuestro país los millones de accesorios que se necesitan para proteger a la población.
En una guerra se fabrican tanques, bombas, armas.
Hoy lo que se requiere son millones de cubrebocas, googles, caretas, botellas de gel antibacterial.
Si están señalando que millones de mexicanos pueden volver paulatinamente a la cuestionable “nueva normalidad” el gobierno de la República podrían lanzar una gran convocatoria para fabricar 20 o 30 millones de cubrebocas de neopreno.
Los grandes sectores sociales no pueden aspirar a adquirir cubrebocas N95, por su alto costo, además que solo tienen una vida útil de máximo 5 horas.
Un cubrebocas de neopreno protege más que uno de tela común; tiene mayor consistencia; es lavable; las personas lo pueden usar por varias semanas o meses.
Asimismo la administración federal debería realizar la convocatoria para la fabricación de 20 o 30 millones de caretas y googles que permitan una mayor protección de los civiles.
En meses recientes han surgido fraudulentos proveedores de gel antibacterial, que en la mayoría de los casos son productos falsos, con cantidades mínimas de alcohol y envasados sin condiciones de higiene.
El gobierno federal podría ordenar la fabricación y el envase de 30 millones de botellas de gel antibacterial.
Con la fabricación y manufactura de todos estos productos -en una clara similitud a una economía de guerra-, se podrían generar cientos de miles de nuevos empleos.
Todos esos productos, cubrebocas de neopreno, caretas, googles, botellas con gel antibacterial, se deberían integrar en un “kit de la nueva normalidad”, destinado a personas que trabajan en condiciones de mucho contacto social: mercaderes, tianguistas, comerciantes, choferes, ciudadanos que obligadamente deben utilizar el transporte público.
Se estaría protegiendo a millones de mexicanos.
Creemos que es el deseo más profundo de cualquier ciudadano.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com