Seleccionar página

La mañana del 19 de septiembre de 1985 el Distrito Federal iniciaba su actividad de manera normal; miles de automovilistas circulando en las cientos de arterias; millones de personas usando las líneas del Metro y autobuses; los estudiantes ya se encontraban en las aulas, cuando uno de los mayores sismos de la historia reciente sacudió a la urbe.

Ningún gobierno es responsable de lo que ocurra en el subsuelo; ningún régimen puede controlar los siniestros naturales. Pero la capacidad de una administración estriba en lo que haga después del desastre; en las horas y minutos siguientes a los hechos.

En su momento la versión que corrió en los cafés de periodistas que están en la zona de los diarios Excélsior y El Universal aseguraba que el presidente Miguel de la Madrid recibió un reporte donde se alertaba que el sismo podría ser utilizado por un grupo de militares para intentar un Golpe de Estado en su contra.

El colimense, un hombre tibio y pusilánime, creyó a pie juntillas la versión y dio la orden a acuartelar a las fuerzas armadas.

En las calles de la Ciudad de México; en el Centro Histórico, en la avenida Izazaga, en la zona del Monumento a la Revolución; en la colonia Roma, en la zona del Centro Médico Nacional decenas de edificios colapsaron, se derrumbaron en unos segundos.

La sociedad no esperó un minuto para organizarse; con lo que tenían a la mano: un martillo, una pala, una lámpara, una cuerda, comenzaron a escarbar sobre las moles derruidas para sacar a las personas que quedaron bajo toneladas de cemento.

El Ejército Mexicano nunca apoyó las labores ciudadanas. En pocas horas surgieron algunos audaces que comenzaron a adentrarse entre las placas de concreto para rescatar sobrevivientes. La misma vox populi les nombró “Los Topos”.

El campo de beisbol del IMSS fue habilitado como una enorme morgue; hasta ahí llegaron miles de personas a encontrar el cuerpo de un ser querido.

Y ni siquiera en esos momentos dolorosos se dio la orden de enviar a las calles a las Fuerzas Armadas.

Sin convocatorias públicas, sin llamados expresos, sin líderes arengando, se dio una enorme y espontánea indignación social.

Los habitantes de la urbe nunca perdonaron la indolencia, la indiferencia del régimen de Miguel de la Madrid frente a una tragedia nunca antes vista.

El gobierno federal afirmó que en el siniestro perecieron 3192 personas, pero algunas organizaciones ciudadanas sostuvieron que fueron más de 10 mil.

El movimiento social que surgió luego del sismo de 1985 le dio una nueva configuración política al Distrito Federal, ahora llamada Ciudad de México. A partir de ese momento el PRI perdió el control de la metrópoli y la izquierda comenzó a avanzar.

Tres años después, en 1988, en la urbe fue contundente el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas quien encabezó las más grandes movilizaciones ciudadanas.

Una tragedia de dimensiones históricas fue el detonador de un enorme movimiento social.

Guardando las debidas proporciones, los hechos ocurridos en el Metro Olivos de la línea 12 del Metro representan una nueva fractura entre sociedad y gobierno.

La noche del 3 de mayo de 2021 no puede compararse con el desastre de 1985; pero si se está generando es una onda expansiva de indignación social.

Y es que no solamente se trata de la línea 12; en realidad todo el Sistema de Transporte Colectivo Metro se está desmoronando. Lo que alguna vez fue calificado como el mejor subterráneo del mundo, hoy está en ruinas.

Prácticamente en todas las líneas se observan fallas estructurales, grietas, boquetes, fisuras que son riesgos potenciales.

¿De qué magnitud es la indignación? Basta mencionar que cada día 4.6 millones de mexicanos utilizan el Metro y que todos estos ciudadanos son testigos de la ruina en que se encuentra el sistema.

La tragedia del 3 de mayo es una reverberación comparable con aquel gran movimiento social que surgió en 1985. Sobre todo por la falta de sensibilidad social, la lejanía y la costumbre de culpar a los medios de comunicación de las tragedias.

Es claro que el régimen de la 4T cada día está más lejos de la sociedad que lo llevó al triunfo.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com