Luego de la fraudulenta unción de Alfredo del Mazo Maza se esperaba una encendida reacción de Morena y su líder Andrés Manuel López Obrador. La expectativa de un escenario poselectoral incendiario se diluyó cuando el tabasqueño declaró: “Vamos a pelear el triunfo de Morena en los tribunales, no en las calles”. El mensaje presentaba a un AMLO mesurado, equilibrado. Sin embargo la pelea no se dio y la indignación social se fue desdibujando en semanas sucesivas. Todo apunta a que esto es exactamente lo mismo que sucederá en 2018.
Existen todas las condiciones para crear un gran frente antilopezobradorista. Panistas como Vicente Fox y perredistas como Graco Ramírez lo declaran sin tapujos, sin reservas: “Tenemos que pararlo a como de lugar”.
El escenario será exactamente el mismo que en 2017. El PAN irá con un candidato a modo; alguien que a imagen y semejanza de Josefina Vázquez Mota haga el papel de comparsa, de marioneta del régimen, a cambio de prebendas impublicables. Las fracturas internas del albiazul serán magnificadas por los grandes medios de comunicación porque así conviene al régimen; lo que buscan es una oposición fracturada, menguada, que solo cumpla con su papel de pantomima.
El PRD, como órgano representativo de los intereses personales de Jesús Zambrano y Jesús Ortega, también hará el papel que le indiquen desde la residencia oficial de Los Pinos. Tal y como ejecutó su rol Juan Zepeda en el Estado de México. El perredismo no busca ganar la presidencia de la República. Solo aspira a tres puntos: mantener la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México; seguir tacleando a López Obrador y conservar los privilegios de “Los Chuchos”.
En ese contexto todo apunta que la persona ideal para mantener la preminencia perredista es Alejandra Barrales; un perfil débil, dócil, lerdo, que permita una completa injerencia de sus jefes políticos. No importa que la gobernanza en la Ciudad de México se siga cayendo en pedazos. Lo que verdaderamente les interesa es sostener el poder, al precio que sea.
En el año 2018 las fuerzas de la llamada “oposición” nuevamente irán a jugar el papel de comparsas. A cambio de otras posiciones como la jefatura de gobierno, gubernaturas y negocios por debajo de la mesa. Será una calca mayúscula y superlativa de lo que vimos en el Estado de México.
Se equivoca López Obrador cuando señala la probable candidatura de José Antonio Meade Kuribreña. Todo indica que el ‘nuevo tapado’ será el ‘príncipe’ Aurelio Nuño Mayer; un perfil tecnócrata, con probaba lealtad al Grupo Atlacomulco; fiel adepto de las tesis neoliberales; el político que puede seguir sosteniendo la aplicación de las llamadas ‘Reformas Estructurales’; un perfil nuevo y jovial, que será una especie de maquillaje para el PRI casi nonagenario.
La pregunta que se hace el lector es, ¿Entonces todo esta perdido? Y nuestra respuesta es una sola: mientras López Obrador no sepa preparar y cocinar alianzas no tiene posibilidad alguna de enfrentar el mega fraude electoral, que desde este momento ya se esta urdiendo. Mientras siga por la ruta de la advertencia con tufo a ultimátum seguirá solo.
Para revertir un fraude electoral de calado nacional AMLO necesita llevar una ventaja de por lo menos diez puntos porcentuales. Que de ninguna manera podrá obtener por sí solo.
Si ‘El Peje’ hubiera utilizado los escenarios de Coahuila y el Estado de México para crear una cultura nacional antifraudes; concientizar a la sociedad de que debe darse un gigantesco movimiento ciudadano para revertir la saña del aparato federal, entonces tal vez tendría una esperanza.
Pero en el Estado de México donde se dio un fraude grotesco, ya abandonó la batalla. Simplemente le dio vuelta a la hoja y sepultó la lucha de Delfina, su candidata. No hubo lucha ni en las calles, ni en los tribunales. Solo presentó una queja en el buzón correspondiente.
Nunca antes se había visto semejante escenario derrotista. Y así esta caminando rumbo al 2018.
Es deplorable.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.