Se le llama la nada, el vacío. Es la ausencia de toda acción o presencia. Es simplemente la inexistencia de los entes. En política no existen los vacíos; en cuanto un espacio o lugar queda desocupado de inmediato otro agente lo sustituye.
El gran riesgo estriba en que el vacío sea de una autoridad o una estructura política, porque ese vacío de gobierno sería sustituido por su contraparte, que es el crimen organizado.
El lunes 28 de mayo los organismos empresariales encabezados por la Coparmex y el Consejo Coordinador Empresarial hicieron un público llamado al presidente Peña Nieto para emprender de inmediato una estrategia que permita paliar la incontenible violencia que azota al país.
Horas después Gustavo Hoyos dirigente de la cúpula patronal declaró: ‘Sería ingrato con el país posponer esos ajustes hasta diciembre próximo’, dijo, en relación a la próxima administración. ‘Desafortunadamente la delincuencia no tiene sexenios ni ciclos electorales. Si esperamos que termine el sexenio o pasen las elecciones, día a día la problemática va empeorando’.
La irrupción -alterada e imperiosa-, de los empresarios mexicanos tiene varias lecturas. Vayamos a revisar algunas.
Primero.- Sin lugar a dudas el apremio expresado por los hombres del capital sorprende porque representa una expresión fuera de tiempo.
La guerra que azota al país comenzó desde el primer semestre del año 2007 y por su número de víctimas solo puede compararse con escenarios bélicos como los de Siria, Irak o Afganistán.
Sorprende la lentitud de los empresarios que once años después lanzan un exhorto en calidad de telegrama urgente para detener la crisis de seguridad nacional.
Las cifras son –ni más, ni menos-, que las de un genocidio, es lo que en esta Cúpula hemos llamado el Holocausto Mexicano. 240 mil mexicanos ultimados; 107 mil en lo que va del sexenio de Peña Nieto; 36 mil connacionales desaparecidos; 300 mil desplazados por una violencia que hace inhabitable regiones enteras.
Y luego de estas cifras finalmente los señores del billete lanzan un llamado con premura.
Segundo.- Dos días después, el miércoles 30, el diario Reforma con la sobriedad de sus estudios demoscópicos presentó la encuesta en la que se hace irrefutable el inminente triunfo de López Obrador. Los porcentajes muestran que para estas alturas el tabasqueño es imparable.
Queda diluida la posibilidad de un fraude electoral como tal.
Lo único que podría detener el ascenso de AMLO sería, no un fraude, sino un Golpe de Estado la noche del domingo primero de julio. Un manotazo de la ‘nomenklatura’ priista que desconociera el triunfo legítimo del candidato de ‘Juntos Haremos Historia’.
Tercero.- Ante el inminente resultado electoral, algunos protagonistas del empresariado mexicano han entrado en fases de pánico.
La rueda de prensa de Carlos Slim en favor de sus intereses en el Nuevo Aeropuerto Internacional de México y la carta de Germán Larrea Mota Velasco a sus trabajadores, son evidencias de una cofradía alterada y desesperada.
Cuarto.- Algunos grupos empresariales menos radicales saben que el triunfo de López Obrador es prácticamente un hecho consumado.
Solo una maniobra o acción radical o criminal podría detener la unción electoral.
Pero en este punto lo que ya anticipan las cúpulas del Consejo Coordinador Empresarial y la Coparmex es el brutal choque de trenes, la descomunal colisión en que puede convertirse el proceso de transición.
Si durante toda su trayectoria el neoliberalismo salinista, ahora operado por la burbuja peñista, siempre chocó con las premisas de López Obrador, ¿Cómo sería un proceso de entrega recepción?
Algo completamente semejante a un pandemónium.
Si como todo apunta el triunfo electoral será de AMLO, lo que le espera al país son 5 meses de un vacío total y absoluto; la completa ausencia de gobernabilidad desde la noche del domingo primero de julio hasta la toma de protesta el primero de diciembre.
En este renglón la lógica empresarial es impecable: si durante todo su sexenio Peña Nieto abandonó, claudicó en su responsabilidad de conducir la gobernanza y la seguridad del país, ¿Qué hará cuando todo su proyecto se vea derruido?
La profunda preocupación de la cúpula empresarial ya no estriba en el triunfo de AMLO, sino en las consecuencias del vacío de autoridad en que Peña Nieto sumiría al país al verse derrotado.
De ahí parte el exhorto del lunes 28 de mayo. De ese temor surge la expresión de Gustavo Hoyos: ‘Sería ingrato con el país posponer esos ajustes hasta diciembre próximo’.
Fue la manera amable y diplomática de expresar el desastre que representarán los cinco meses de transición.
Estaremos atentos.
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