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Desde siempre fue un personaje polémico. Rayando entre la política y el espectáculo mediático.

Como Manuel Bartlett, el controvertido Porfirio Muñoz Ledo fue formado, educado y cultivado en las ollas de cocimiento del PRI nacionalista; ese que gobernó México durante 70 años, antes de la llegada del tricolor neoliberal.

Sin embargo siempre quedó de manifiesto que el trabajo en equipo no era lo suyo. En su lugar se lanzó a la aventura política desbordando individualismo y protagonismo galopantes.

En 1988 se sumó al movimiento cardenista con la llamada “Corriente Democrática”; empero 12 años después dio un giro de 180 grados para apoyar a Vicente Fox.

Ahora regresa a la izquierda, pero es claro que no puede digerir un hecho que no concierne a la política, sino a la naturaleza humana. Porfirio no puede aceptar su edad y que su tiempo ha concluido.

Tampoco reconoce que no pertenece al primer círculo del presidente López Obrador y por ende nunca será considerado en el andamiaje que se construye rumbo al 2024.

Hoy Muñoz Ledo amenaza con incendiar el proceso interno de Morena; pero en los hechos reales no tiene una estructura propia, no tiene bases, comités, ni tropa que lo siga. Son los costos de aquel individualismo que siempre se señaló.

En unas horas se habrá de nombrar “presidente legítimo de Morena”. Las tribunas críticas al régimen habrán de destacar el hecho como una “enorme fractura”, un “cisma”, el partido del presidente “se desgarra”. Cuando nada de eso existe.

Porfirio solo armará un show mediático.

Morena ya está hundido en la anarquía y el caos absoluto.

Muñoz Ledo únicamente llega a exhibir el abandono en que Andrés Manuel dejó a su instituto y la falta de oficio de sus dirigentes nacionales y estatales.

Sin duda a largo plazo el órgano está destinado al fracaso. No tendrá una vida de varias décadas como el PRI o el PAN. Incluso el PRD es el membrete de dos hombres, los “Chuchos”.

Pero Morena es el aliento de un solo hombre y cuando concluya su periodo presidencial el instituto se habrá de diluir en las cientos de coladeras de todas las tribus que lo degradaron.

Genio y figura, Porfirio aborda el escenario poblano y presenta un “sketch”. Afirma que “En un enfrentamiento con una universidad el gobierno siempre sale perdiendo”.

La apreciación del diputado es equivocada, completamente errónea.

El gobierno de Puebla no tiene confrontación alguna con la universidad. Lo que existe es el cauce contra un sujeto corrupto que se cobija dentro de la Benemérita. Muñoz Ledo no conoce la realidad que existe detrás de la descomposición universitaria y la forma en que Alfonso Esparza ha utilizado a la institución.

Simplemente declara para causar una reyerta verbal; pero sus palabras nada aportan.

Decía Alejandro Casona que “Los árboles mueren de pie”. Pero debemos añadir que los arbustos se consumen en una hoguera tan estrepitosa como efímera.

Así serán los últimos años de Porfirio Muñoz Ledo, en medio de una turbia humareda que los vientos habrán de desvanecer.

Al tiempo.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com