Corrían los años noventa.
El polémico, controvertido empresario Kamel Nacif había puesto la mirada en Tehuacán.
El corporativo Tarrant Apparel Group sentó sus reales en la ciudad. Los grandes maquileros fueron invitados a rentar sus naves enteras.
– ¿Cuántas maquinas tiene tu maquiladora?
– Cerca de cinco mil.
– Te las rento por tres años ¿cuánto quieres?
De ese calado eran las transacciones. El emporio Tarrant construyó sus propias instalaciones, pero rentó muchas más.
Nunca se conocieron con exactitud los volúmenes de producción. Algunas apreciaciones aseguran que en Tehuacán se maquilaban 50 mil pantalones de mezclilla cada semana.
Cada semana.
Así llegó una época de auge y bonanza económica. Las obreras de maquiladora ganaban lo que querían, la derrama se extendía al comercio y a todas las áreas económicas de la región.
Pero en una plática de café un científico social nos adelantaba el futuro. Marco Antonio Carrillo Méndez, es arquitecto de profesión, pero además promotor cultural y estudioso de los fenómenos sociales.
Frente a una taza de café Carrillo nos dijo: “Lo que nadie está viendo es que Tehuacán será una ciudad extremadamente violenta (…) la gran mayoría de todas las mujeres obreras de esta ciudad son madres solteras (…) hoy estamos en el boom de la maquila, pero cuando esto termine ¿qué van a hacer todos los hijos de esas madres trabajadoras? (…) ¿se están creando las bases para una nueva industrialización? (…) No lo creo (…) ¿qué futuro se les puede ofrecer a esos niños?
Dentro de 15 años estos niños serán jóvenes y si no se crean las condiciones para su educación y empleo se van a dedicar a la delincuencia… Tehuacán será una ciudad violenta”.
Las predicciones se cumplieron.
El ambiente de inseguridad y violencia que azota a Tehuacán es un fenómeno multifactorial.
No se puede atribuir a un solo Ayuntamiento, aunque algunas voces así lo quieran asegurar. La violencia se gestó desde hace años y ha evolucionado en las últimas gestiones municipales.
Estos son los factores que generan, que desbordan la violencia en Tehuacán.
Primero.- Sin duda alguna la crisis económica es el factor principal. Aquel boom de las maquiladoras se apagó.
Los grandes sectores de la población no encuentran trabajo, hay una severa crisis en una ciudad que no conocía el desempleo.
Tehuacán vivió épocas de prosperidad gracias a la jarcia, la hotelería, el turismo, la industria embotelladora, la avicultura y finalmente la maquiladora.
Pero desde hace unos años está sumergida en una grave crisis económica y social.
Esto ha desembocado en un inocultable clima de inseguridad y delincuencia. Este clima se vive sobre todo en las colonias populares donde apuñalan a una persona para robarle una bicicleta o un tanque de gas.
Segundo.- La inestabilidad política de Tehuacán.
La ciudad no tiene una política de Seguridad Pública, esto se debe a la inestabilidad provocada por la alternancia partidista. A una administración panista le sucede una priista y así de manera alternada.
Esto provoca que no exista una estrategia de seguridad. Cada trienio inventa, fabrica sus propias ocurrencias en la materia.
Luego de años de gobiernos municipales de diferente extracción partidista, de inestabilidad y ocurrencias, Tehuacán no tiene módulos de seguridad, ni instalaciones, ni cámaras de videovigilancia en buenas condiciones. La infraestructura en materia de seguridad es un desastre.
Tercero.- El divorcio político entre Puebla y Tehuacán.
Este fenómeno político siempre ha existido, pero en los últimos años, concretamente en el morenovallismo se ha agudizado.
En su momento el gobierno estatal chocó con el Ayuntamiento de Eliseo Lezama Prieto, al que finalmente terminó por doblegar.
Hay que decirlo con toda precisión; la violencia, los asesinatos, las ejecuciones, los secuestros, la delincuencia desbordada comenzó en el trienio de Lezama Prieto. Sin embargo durante esos tres años, el gobierno del estado siempre permaneció ajeno, distante del problema de la inseguridad.
Pero en cuanto inició la administración de Ernestina Fernández, esposa de Álvaro Alatriste, el discurso estatal cambió. Y entonces se comenzó a señalar, a acusar a la alcaldesa de falta de cooperación con el gobierno de Moreno Valle.
En realidad el problema de la inseguridad en Tehuacán se ha politizado.
La violencia se usa para acusar a la administración municipal, en una especie de garrote mediático. El fondo es que no existe una coordinación entre el gobierno estatal y municipal.
Y al margen de esta falta de colaboración, el aparato de Procuración de Justicia es un desastre mayúsculo. Durante años el Procurador Víctor Carrancá sostuvo a un oscuro sujeto llamado Rafael Carpinteyro Lazcano, pero luego de incontables, innumerables quejas lo sustituyó por alguien aún más incompetente: Luz del Rayo Moreno Mendoza.
Todo este conjunto multifactorial ha convertido a Tehuacán en una ciudad insegura, violenta.
¿Hay posibilidades de que esto pueda cambiar?
Es extremada, extremadamente difícil que se pueda superar el divorcio político que ha agudizado la violencia en Tehuacán.
¿Una visión pesimista?
Sin duda.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.